En la noble gestión del cobro de cartera en Colombia, algunas personas se sienten molestas por la intensidad de las casas de cobro jurídicas y las llamadas un tanto sugestivas. Para comprender mejor esta situación, es interesante analizar la historia de los «Chepitos» en Bogotá, quienes se encargaban de cobrar deudas de una manera peculiar y pública. A través de este recuento histórico, podemos reflexionar sobre el arte de cobrar y cómo ha evolucionado en la actualidad.
Hace tiempo, en las calles de Bogotá, existió un oficio poco conocido llamado «Chepitos». Estos individuos eran contratados por prestamistas, agiotistas y rentistas con el objetivo de recuperar carteras a través de la ridiculización pública de los deudores renuentes. Estos seres, descritos como especie antropomorfa y descorazonada de pingüinos parlantes, se paseaban por las calles vestidos con sacoleva, sombrero de copa alta y un maletín marcado con el término «COBRANZAS» en letras mayúsculas y grandes.
Los Chepitos solían andar en pares, como los testigos de Jehová, y su apariencia distintiva los hacía inconfundibles. Su tarea consistía en hacer salir a las personas de sus hogares, aprovechando la vergüenza que generaba ser ridiculizado públicamente. Para aquellos que tenían deudas, la llegada de un Chepito era un presagio terrible y un recordatorio de su pobreza que se convertiría en tema de amena tertulia barrial.
La existencia de los Chepitos se vio limitada en 1992, cuando la Corte Constitucional los ilegalizó por considerarlos transgresores de la dignidad individual al utilizar métodos coercitivos no legítimos. Sin embargo, esta prohibición no puso fin al arte del cobro, sino que provocó una transformación en la forma en que se llevaba a cabo.
Los «chepitos de hoy»
En la actualidad, el proceso de cobro de cartera morosa en Colombia ha evolucionado hacia métodos más respetuosos y profesionales. Las empresas especializadas en cobranzas cuentan con equipos de abogados certificados y con estudios, quienes se encargan de llevar a cabo esta labor. A través de vías como el correo electrónico y las llamadas telefónicas, se establece una comunicación directa con los deudores, buscando alcanzar acuerdos amigables para ambas partes.
Algunas empresas reconocen la importancia de tratar a los deudores de manera digna y humana. Comprenden que, aunque el cobro es necesario para mantener la estabilidad financiera de las empresas y garantizar el cumplimiento de las obligaciones, también es fundamental respetar los derechos y la dignidad de las personas. Por lo tanto, se esfuerzan en mantener un tono respetuoso y profesional en todas las interacciones con los morosos.
A pesar de los avances en la forma de llevar a cabo el cobro de cartera morosa, es comprensible que aún pueda generar molestia en los deudores. El hecho de recibir recordatorios constantes o enfrentarse a la situación de tener una deuda impaga puede generar ansiedad y frustración. Aunque el proceso se ha humanizado y se busca encontrar soluciones viables para ambas partes, es importante recordar que el cobro de cartera sigue siendo una situación incómoda para los morosos.
¿Y a usted le molesta que le cobren?
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